sábado, 21 de marzo de 2020


EL CORONAVIRUS Y EL RIESGO DE QUE SE CONVIERTA EN UNA PANDEMIA




El coronavirus y el riesgo de que se convierta en una pandemia
El riesgo de que el renombrado Covid-19 termine siendo una pandemia preocupa a estados de todo el planeta. 
¿Existe un riesgo real de propagación a gran escala? 
¿Está justificado el miedo a contraer la enfermedad? 
¿Por qué la OMS y otras organizaciones temen tanto que el virus se expanda? 
¿Cómo se afronta una pandemia?



Fernando González Candelas / The Conversation *


15 de marzo de 2020
ENFERMEDADES




La principal vía de contagio es a través de la tos y los estornudos, como el caso de la gripe y otros virus respiratorios.

Foto: iStock


La principal vía de contagio es a través de la tos y los estornudos, como el caso de la gripe y otros virus respiratorios.
La reciente aparición y expansión de un coronavirus hasta ahora desconocido para la ciencia y causante de una neumonía que puede ser fatal ha desatado la preocupación, incluso la histeria, en casi todo el mundo. Sin embargo, a fecha de hoy, aparte de China, donde se originó la infección, en pocos países existe la evidencia de que el virus se esté transmitiendo en la población (Corea del Sur, Italia e Irán).
La Organización Mundial de la Salud (OMS) no considera aún necesaria la declaración de pandemia para la infección causada por este coronavirus, pero anima a todos los países a tomar las medidas apropiadas para prepararse a ello.

Qué significa que el coronavirus se convierta en una pandemia

Declarar una infección como pandemia implica reconocer la circulación amplia y sostenida del agente infeccioso en varios países. Sin embargo, esta definición no dice nada acerca de la gravedad de la enfermedad y esta, en muchas ocasiones, tiene que ver más con la percepción social que con las consecuencias clínicas.

Al igual que la gripe, el coronavirus afecta especialmente a personas con sistemas inmunitarios debilitados, de avanzada edad o con otras patologías.


Las estimaciones actuales de mortalidad asociada al nuevo coronavirus) lo sitúan en un rango parecido al de otras infecciones respiratorias serias causadas por virus. Igual que la gripe, afecta especialmente a personas con otras patologías, con sistemas inmunitarios comprometidos o de avanzada edad.

Más preocupante en países en vías de desarrollo


No cabe duda de que el diagnóstico precoz y el tratamiento temprano ayudan tremendamente a superar la infección. Estas condiciones varían de unos países a otros, siendo preocupante la situación de países con menor desarrollo económico o con sistemas sanitarios poco eficaces. Muchos de estos países se concentran geográficamente en el continente africano, lo que haría difícilmente controlable la situación en el caso de que el virus llegase a circular allí.

En África sería difícilmente controlable la situación en el caso de que el coronavirus llegase allí.

Sin embargo, es interesante tener en cuenta otros factores que influyen en la expansión del virus y su incidencia sobre la población, como el clima y la estacionalidad (los coronavirus suelen tener una circulación estacional, preferentemente en invierno), y la estructura demográfica de la población. Concretamente, cuanto más joven es una población más benigna resulta la enfermedad, lo contrario que cuando predominan las personas de avanzada edad. La estructura de edad de los países africanos es muy diferente de la del continente europeo o de China.

No se puede contener, sí mitigar
Otra cuestión que conviene plantear es qué medidas se pueden adoptar para contener una epidemia. La respuesta es rápida: ninguna. Aunque en otras circunstancias y con otros virus han funcionado más que razonablemente (por ejemplo, en el brote de ébola en África occidental de 2014), las sociedades actuales no tienen suficientes elementos de control de la población y de sus movimientos para impedir completamente la circulación de un virus con las características de éste que nos ocupa.

Las autoridades chinas, imponiendo una muy estricta cuarentena (quizás demasiado tardía), no han logrado contener la dispersión del virus, pero sí la han retrasado. Y han proporcionado un tiempo precioso a otros países para prepararse de cara a futuras infecciones.

Las sociedades actuales no tienen suficientes elementos de control de la población para impedir completamente la circulación de un virus como el Covid-19.

Entonces, si no se puede contener, ¿qué se puede hacer? Debemos cambiar el foco: en vez de contener, nos debemos esforzar en mitigar. Aceptemos que tendremos que convivir con el virus durante un tiempo. Aún es muy pronto para saber si desaparecerá a lo largo del año o si alcanzará un nivel suficiente para asentarse como un nuevo agente infeccioso en la población humana. Pero preparémonos para que sus consecuencias sean lo más leves posibles.

Hay que hacerlo a todos los niveles. A nivel individual, adoptando medidas preventivas personales, como lavarse frecuentemente las manos, evitar las exposiciones a lugares o personas infectadas o vacunarnos cuando dispongamos de vacuna. Pero también con medidas de control de movimientos de la población, de cuya práctica inutilidad ya hemos hablado. Pasando por las invisibles pero muy eficaces medidas adoptadas por los sistemas sanitarios que incluyen la formación del personal, la disponibilidad de herramientas de diagnóstico rápido y de camas en hospitales para albergar aquellos casos en que sea requerido.

La ciencia acelera contra el coronavirus

Por último, cabe apuntar un dato que pasado inadvertido para el público: el empeño de científicos e investigadores por obtener, compartir, analizar y comunicar los resultados relativos a la nueva infección de forma casi inmediata. Esta “ciencia abierta” permite la toma rápida de decisiones informadas, el desarrollo de kits de diagnóstico rápido, encontrar el origen del virus tanto en su punto inicial, el mercado de pescado de Wuhan, como en su expansión a otras poblaciones.

Y mucha de la ciencia en la que se basará el descubrimiento y desarrollo de una vacuna o un tratamiento eficaz para esta infección es la misma que a duras penas consigue financiación para avanzar en el conocimiento de este, y también de otros virus, cuando no acecha una epidemia.

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