En
política muchos dicen perseguir la libertad, aunque después pasan de largo.
Joan
Montané.
SI
LA DEMOCRACIA de
un partido se midiera por la
confrontación y discrepancia de ideas, el Partido Revolución Democrática (PRD) sería el más democrático de todos.
Lejos
están los días en que los perredistas podían presumir sus principios éticos y criticaban la
corrupción de otros partidos. Ahora, ante la opinión pública, exhiben sus
conflictos y se pelean por dinero, de soborno, dadivas, extorsión, etc.
A fines de la década de los años ochenta,
comenzó a gestarse en el PRI, una corriente llamada “democrática”, en vista de
que el partido no daba señales de serlo.
El que
encabezó esa corriente fue el Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, seguido
de otros que escapan a mi memoria, su objetivo era instituir un partido
realmente democrático y con inclinación hacia la izquierda, en donde se
escuchara la voz de los ciudadanos.
Al menos
esa fue la intención de la creación del nuevo partido, al que se adhirieron
muchos descontentos del PRI, unos con ideales y otros, resentidos porque no
pudieron conseguir “hueso” en su militancia en el partido del que se separaron.
La
organización comenzó a crecer y ya para las elecciones de 1988 se constituyeron
como una tercera fuerza política. Quedó la sospecha de que en esa elección les
robaron el triunfo en una “caída” del sistema orquestada por el entonces
secretario de gobernación Manuel
Bartlett, sospecha que quedó confirmada con las declaraciones, años
después, del entonces presidente Miguel
de la Madrid. (Si, ese mismo Bartlett que llamó a votar por López y al que
se le dio la más cordial bienvenida al PRD), en una más de sus incongruencias.
El líder
moral del partido, Cárdenas Solórzano , contendió dos veces
más por la presidencia, sin lograr salir electo, pero las huestes del nuevo
instituto político se fueron nutriendo, con gente, muchos de ellos buscando un
ideal de cambio del estado de cosas del país, y una gran mayoría con los
desechos del PRI, es decir la gente menos recomendable; otros grupos también se
agruparon con el PRD, aquellos que pretenden cambios por medio de la violencia
y el desmán; agrupaciones que quieren que el gobierno les resuelva los
problemas, agitadores profesionales, paracaidistas y muchos que viven al margen
de la Ley.
Y de esa
forma el PRD, que inició con un ideal, con un grupo de personas serias y con
cierta preparación política, se convirtieron en una minoría, valga decirlo así,
muy minoritaria.
Actualmente
esa minoría de gente pensante en el Sol Azteca, está totalmente opacada, Cárdenas, semi retirado, debe observar con
tristeza cómo ese ideal que él abanderó, se ha convertido en una caricatura de
la izquierda seria que él imaginó, que podría ser el contrapeso para la
solución de los problemas de México.
Este
partido está copado por fanáticos y gente con muy pocos escrúpulos, con una
avidez de poder que no duda en recurrir a las más bajas argucias para conseguir
lo que quieren.
¿Qué va
a hacer el PRD con tanta suciedad? ¿Qué va a hacer la izquierda consigo misma?
¿Cómo ser oposición constructiva sin ser oposición doblegada? ¿Cómo exigir la refundación tajante del
régimen y al mismo tiempo formar parte de él? ¿Cómo trascender lo padecido para
recuperar lo perdido? ¿Cómo ser de izquierda en México? ¿Con qué liderazgo?
¿Con qué plataforma?
Porque
hasta que no responda a esas interrogantes y de buena manera, la izquierda
mexicana seguirá extraviada. Esquizofrénica. Dividida. Disminuida. Peleada
entre sí y por ello incapaz de influenciar al régimen o mejorarlo. Condenada a
perder plazas y sin saber cómo recuperarlas.
Lo
advirtió en su momento Cuauhtémoc Cárdenas, el PRD no ha superado su condición de partido
de confrontaciones internas, ni tampoco ha trabajado en su organización o
fortalecimiento territorial. Si el sol
azteca no da un giro a esta situación “está destinado al achicamiento y a los
fracasos”.
“El
partido de tribus y cuotas, de sectarismos y oportunismos, de clientelas y no
de militancias libres y conscientes, está destinado al achicamiento y a los
fracasos”, sentenció.
Estimado
lector en la corrupción que impera en el municipio de Benito Juárez
(Cancún), la lógica es la misma que en
el caso Ahumada: el culpable es el que da el dinero y por desgracia no el que
lo recibe. Ellos son puros hasta cuando tienen las manos en la masa, es decir,
en los sobres amarillos.
Ustedes
señores perredista fueron contratados para velar por los intereses de los
ciudadanos, no para formar grupos porriles y
vandálicos…. ¡Upsss!
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